¿Habéis preguntado qué nos pasa esos días
grises y que llueve, porque nos produce una cierta angustia? ¿Será que hay algo
en nuestra esencia que hace que en esos momentos experimentemos algo distinto de
los días soleados?
José Luis nos dice:"como están las calles de vacía, como llueve hoy"
Esto nos demuestra cuán lejos van los poetas y
cuan profundos son sus sentimientos y como si fuese poco la melodía que está en
armonía con dicha poiesis como nos invita a gozar de la vida y dejar por un
rato a la razón instrumental para ser esa persona que siente.
Tal vez un escritor se pone al lado de la
ventana asía su pluma y con su hoja en blanco empieza a relatar una historia,
un recuerdo, una fantasía, crea un mito.
Tantas cosas se podrían decir pero sería caer
en la especulación. Pero de eso no se trata lo que intenta hacer el escritor. Porque
en definitiva quien está escribiendo es el escritor y está expresando en su tabula rasa lo que está sintiendo. Todo sale de la inspiración.
No está contaminado de la razón instrumental, de lo
pragmático sino que sale de su entraña.
Esa experiencia que nace en el
sujeto, es la que se trata de comunicar a pesar de que sea subjetiva.
Otro factor que es imprescindible para
el artista es, que tiene que estar en soledad, despojado de todo ente y
quedarse con su ser. Es ahí en donde nace su experiencia, pero cuando se dice
su experiencia es, en toda dimensión de la realidad y no solo en la experiencia
sensible, empírica, sino también de lo inteligible y espiritual. Porque sino estaríamos
reduciendo la realidad como lo hacen los empiristas y aquí de lo que estamos
hablando causalmente es de traer la realidad a través de la poesía, dejando los
conceptos abstractos y universales que no dicen nada, pero si la experiencia
que es compartida por toda la humanidad. Es por eso que hay comunicación y es
por eso también que no conoce fronteras. Por lo cual la melodía, la poesía,
todo el arte en general en cuanto arte no tiene límite y se puede comunicar sin
ser juzgado.
Muchas veces hay que tomarse tiempo para la contemplación
como lo hace, José Luis, que se toma tiempo para sus poesías.
Es una necesidad de nuestra naturaleza
despojarnos de todo ente y escuchar el silencio que dice mucho. Porque es en
ese momento que nos escuchamos y nos indagamos y también para conocernos.
Causalmente son los poetas como José Luis que en el silencio su alma empieza a
transcribir en el papel;
Como arrastra el viento aquellas hojas,
como
llueve hoy
y que
torpe vuela por el cielo
ese
gorrión.
Se han
quedado mudos esos nidos
de
golondrinas
y
sentado al borde de la noche
te
recuerdo hoy (…)
Pero
para recordar como dice don José Luis Perales, además, tenemos que estar a
solas para volver a nuestro interior y es ahí en donde nuestras vivencias
recobran vida.
Cuantas veces vemos como pasan los días y no
tomamos conciencia, ¿alguien se puso a
escuchar el reloj en el comedor? ¿Por qué en el invierno cuando uno mira y
siente el calor que emana de la hoguera viene los recuerdos?
Muchas personas en los días grises están melancólicas.
Es que como si todas máscaras empezaran a fundirse dejando al desnudo el alma
para que se vea tal cual es y quede frente al ser.
(…)
Los
paraguas pasan lentamente
frente a
mi balcón.
El reloj
se escucha como siempre
en el
comedor.
Estos
días grises del otoño
me ponen
triste
y al
calor del fuego de mi hoguera,
te
recuerdo hoy.
Aquí el poeta como todo artista se entrega a
los demás completamente. Es lo que hace José Luis cada vez que sale al
escenario y cuando canta se entrega, deja todo, transmite en su rostro lo que
fluye desde su alma. Con sus 71 años, su eterna alma sigue con su vocación
derramando amor y alegría a su público.
Otra cosa importante de don Perales es, que nos recuerda que el
hombre le interesa el infinito, lo conmueve, es por eso que de vez en cuando
miramos a las estrellas , ponemos nuestra mirada en ese firmamento que tiene
mucho para decirnos.
Te
recuerdo hoy.
A ti,
que eres mi vida entera,
la brisa
de primavera, la claridad.
A ti,
que sufres cuando me esperas
que
miras a las estrellas
y que
suspiras por mí.
(…)
José Luis Perales